Cómo cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene, así  me sentí aquel día de diciembre de 1978.

Faltaba un día para la noche buena, debo confesar, y sin ánimo de que se intérprete esto como una devoción religiosa desmedida de mi parte, que las navidades son increíblemente hermosas, son el primer recuerdo que cómo tal, está presente en mi memoria.

Pero esa navidad, la de 1978, iba a ser distinta para mi.

Era el día 23 cerca de las once de la noche, cuando sigilosamente deje mi cama para avanzar hacia el living, dónde brillaban y bailaban repetidamente las luces del gastado arbolito de navidad, un ataque de curiosidad me había invadido esa misma tarde, por qué había regalos un día antes? Será que papá Noel llegó fuera de horario? estará mi regalo ahí? O será verdad lo que Santiago me había sentenciado días antes, "papá Noel no existe, son los padres"

Santiago debo decirlo, era un amigo complicado, por lo cual no había dado crédito a su afirmación.

No recuerdo con exactitud la cantidad de regalos pero me pareció interminable la revisión de los mismos, hasta que finalmente leí sin sonido, " para Facu".
Despegue prolijamente el papel, el tamaño y forma del paquete no eran alentadores, había pedido la pelota del mundial y esto se parecía a todo menos a una pelota.

Cómo podía ser que papá Noel siguiera equivocando o no escuchando lo que me gustaba?, Los regalos se correspondían al gusto familiar, pero no al mío.

La desazón me había  tomado de tal forma que mi diálogo interno no me permitió ver qué en vez del paquete tiraba de una de las patas de ese árbol, cuando entendí, era tarde, no había vuelta atrás, el árbol volaba a la par de mi suerte.

No tardaron en llegar mis padres, que con atrevido enojo sentenciaron, ahora te jodes "papá Noel son los padres".