Con los pies pesados, la espalda arqueada sigo en este mundo de muros y promesas.
Ni los bastones ni los recuerdos son suficientes para mantenerme en equilibrio. En esta cuesta arriba eterna.
Empezamos tantos y hoy somos tan pocos.
Y en este viaje infinito que se tornó solitario sigo ascendiendo cada vez más lento y sin remedio.