Monólogo
de Lucía
8 agosto, 2023 por
Lucia
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Los días pasan, pero no logro superar la hoja en blanco. Como si alguien me hubiese robado las palabras, como si mi imaginación hubiese muerto. Busco dentro, observo afuera, pero nada me inspira. La vida sucede a mi alrededor y yo inmersa en una rutina completamente olvidable. Lo cual enciende todas mis alarmas internas.

Atravieso el puente de la mitad de mi camino. Ya no soy joven, pero tampoco vieja. Se supone que debería tener la sabiduría suficiente para que este sea el mejor momento de mi vida, pero soy una hoja en blanco.

¿Nada en mi vida es inspirador, nada es emocionante? Y, sin embargo, no soy infeliz. Mi vida es una tarta de ricota, sin el glamour de una Sacher, sin vistosas frutillas, sin merengues importados ni de Suiza ni de Italia. Es decente, de sabor intrascendente. ¿Será esta mi condena o será que no estoy mirando bien? ¿Será que la estoy desperdiciando o que todo es oportunidad?

La hoja en blanco asusta, pero dicen que la vida es de los valientes. Así que a la hoja primero podríamos llenarla con cosas que quisiera hacer, no sé… conocer Grecia, hacer ejercicio, comer centolla, escribir. O la puedo llenar con lo que viví: conocí Marruecos, comí centolla, pinté. O con las que vivo hoy: escribo cuando sale, juego al golf, como paella. En definitiva viajar, comer, crear, se repiten una y otra vez. ¿Será que viví, vivo y proyecto lo que quiero, lo que quise? Quizás esa torta en vez de ricota, sea un rogel: sencillo, con pocos ingredientes, pero los correctos y en la perfecta proporción.

Y como quien no quiere la cosa, la hoja se llenó.

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