El escenario es un pueblo a 70 km. de la capital y una casa antigua con sus paredes de pinturas descascaradas y mohosas, lugar de los primeros años de vida de la protagonista. Allí vuelve para descubrir los por qué y los cómo de los recuerdos tergiversados por su fantasía de pequeña, en contraste con otros crudos y dolorosos. frente a la realidad descarnada que una mujer adulta puede recrear, soportar y cicatrizar.
Pocos diálogos (implícitos en las oraciones separadas por puntos y diferentes nombres propios de múltiples personajes) hacen atrapante al relato.
Un final semiabierto, el lector decidirá si la protagonista resuelve sus miedos o decide ser un fantasma.
El juego entre presente, pasado y futuro; la vida y la muerte están constantemente en el texto y es lo que lo hace singularmente fascinante.